Descubre el nombre del trastorno del miedo al silencio y cómo superarlo
La sedatephobia, también conocida como miedo al silencio, es una fobia cada vez más común en la sociedad actual. A diferencia de lo que se suele decir, el silencio para algunas personas no es una fuente de serenidad, sino todo lo contrario: puede resultar abrumador y aterrador. Para estas personas, el silencio es como un vacío que les provoca una profunda sensación de miedo y ansiedad.
Esta fobia tiene su origen en la palabra griega "Sedate", que significa "silencioso, dormido o muerto", y del término "Fobos", que hace referencia al Dios griego del miedo y la aversión. Aunque hace apenas unas décadas esta fobia era prácticamente desconocida, hoy en día es una condición bastante frecuente.
De hecho, se dice que las parejas que pueden pasar tiempo en silencio sin sentir incomodidad son las que tienen una relación más fuerte y duradera. Sin embargo, para aquellos que sufren de sedatephobia, esto puede ser extremadamente difícil. El silencio puede incluso llegar a ser paralizante para ellos, impidiéndoles tener una comunicación efectiva con los demás.
Es importante que aquellos que padecen de sedatephobia busquen ayuda para superar esta fobia y así poder disfrutar de la tranquilidad que el silencio puede ofrecer.
Manifestaciones del temor al silencio
Los efectos del ruido excesivo pueden ser muy negativos, causando incluso dolores de cabeza. Sin embargo, para aquellos que padecen Sedatefobia, es el silencio lo que puede desencadenar varios síntomas. En estos casos, los cortes de electricidad pueden ser especialmente difíciles, ya que se quedan sin la tecnología, los sonidos, la música o las películas que suelen utilizar para sentirse reconfortados. Esto puede desatar un ataque de pánico completo en aquellos que sufren esta fobia. Este episodio puede estar acompañado de una serie de síntomas, tales como:
- taquicardia
- respiración acelerada
- mareo
- temblores
- sensación de asfixia
Nos asusta el silencio
Tal vez te hayas dado cuenta de una tendencia generalizada en nuestra sociedad, o quizás no. Incluso puedes haber detectado en ti mismo este miedo al silencio, aunque no sepas la razón. Lo cierto es que día a día demostramos este fenómeno.Nos rodeamos de diversos dispositivos tecnológicos que nos brindan estimulación a través de lo visual y lo auditivo. Y no solo lo hacemos por diversión en nuestro tiempo libre, sino que los usamos en nuestras actividades diarias. Mientras realizamos tareas como cocinar, limpiar o hacer ejercicio, siempre nos acompaña un ruido externo.
Lo mismo ocurre cuando pasamos tiempo con amigos, familiares o compañeros. Incluso cuando nos cruzamos con algún vecino en el ascensor, preferimos iniciar una pequeña y superficial conversación en lugar de permanecer en silencio. Muchas veces no tenemos nada que decir, pero aun así nos esforzamos por llenar esos inquietantes vacíos con palabras.
La inquietante ausencia de sonidos una reflexión sobre nuestro temor al silencio
Nos asusta el silencio porque nos enfrenta a nosotros mismos. Huir del silencio es huir de nuestro propio ser. Tenemos miedo de estar a solas con aquella parte de nosotros que preferimos ignorar, junto con nuestros miedos y heridas que hemos evitado enfrentar. Es aterrador escuchar nuestra propia voz, un grito interior que hemos callado durante años, reemplazándolo por voces externas y ruidos.No nos conocemos porque nunca hemos estado solos. Y nos asusta conocernos. Cuando el silencio se hace presente, trae consigo los sonidos de nuestras sombras, de esas partes oscuras que no reconocemos como propias, pero que lo son. ¿De dónde proviene esa ansiedad, ese sentimiento de soledad y vacío, esa ira contenida que surge en el silencio? Todo eso somos nosotros, aunque hayamos decidido no vernos por décadas.No obstante, no toda la culpa recae en nosotros. Vivimos en una sociedad que no nos enseña a conectarnos con nosotros mismos ni a escucharnos. Nos mantienen ocupados y distraídos constantemente, impidiéndonos realizar esa introspección necesaria para conocernos en profundidad.
Terror nocturno Explorando el miedo a la oscuridad a través de la ciencia
Es muy común que a la gran mayoría de los niños y, a veces, a los adultos les provoque cierto temor la oscuridad, también llamada nictofobia.
Sin embargo, en realidad la nictofobia no es tanto un miedo a la oscuridad en sí, sino al peligro que imaginamos que puede ocultarse en la oscuridad total.
Es normal que en ciertas etapas de crecimiento los niños experimenten cierto grado de miedo a la oscuridad. De hecho, según nuevas investigaciones, este miedo suele aparecer antes de los dos años de edad, lo que significa que en algún momento de nuestras vidas todos hemos sido nictofóbicos en mayor o menor medida.
Cuando este temor a la oscuridad se vuelve obsesivo y alcanza niveles excesivos, entonces se considera un miedo patológico que debe ser tratado por un profesional en psicología.
Exploración y manejo de la nictofobia en un individuo
La nictofobia es una fobia simple que puede presentarse en distintas formas. Esto significa que la diferencia entre el miedo como fobia -una enfermedad- y el miedo normal es mínima.[10] En general, el miedo a la oscuridad se considera normal en niños entre los 2 y los 7 años.[11] A medida que crecen, el miedo a la oscuridad y otros miedos comunes de la infancia van desapareciendo gradualmente, ya que el individuo aprende a razonar y a defenderse de fenómenos u objetos que antes consideraba peligrosos.
Es importante identificar cuál es el verdadero problema que afecta al niño -puede ser miedo a la oscuridad, pesadillas nocturnas o una forma de llamar la atención-. Si es un miedo real a la oscuridad, puede ser más difícil de comprender. En algunos casos, el niño no recordará qué provocó el susto, mientras que en otros puede atribuirlo a un sonido o un objeto específico. A nivel fisiológico, pueden presentarse síntomas como temblores, taquicardia, sudoración y angustia.[13] Si se trata de una pesadilla, los síntomas pueden ser diferentes.
Los ataques de nictofobia pueden manifestarse de diversas maneras, pero algunos signos comunes son el aumento del ritmo cardíaco, sudoración, náuseas, mareos y bloqueo mental.[7] Estos pueden ser indicadores de un caso real de nictofobia.
Test de fobia
En ocasiones, es natural experimentar sensaciones de cohibición, nerviosismo o timidez al interactuar con los demás. La mayoría de las personas logran superar estos momentos cuando es necesario. Sin embargo, para algunos, la ansiedad que acompaña a estos sentimientos puede ser abrumadora.
Si la timidez y la autoconciencia llegan a ser tan intensas que impiden a las personas hablar o socializar la mayor parte del tiempo, es posible que se trate de algo más que simple timidez. Puede ser una forma de ansiedad conocida como fobia social (también llamada ansiedad social).
Las personas que padecen fobia social suelen sentirse cómodas al relacionarse con su familia y con un pequeño grupo de amigos cercanos. Sin embargo, la idea de conocer gente nueva, hablar en grupo o hacer frente a una situación en público puede desencadenar una timidez extrema en ellos.
Afrontar y vencer la aversión
¡Qué útil es esta información! ¿Qué se puede hacer si se observan síntomas de fobia en un niño de 9 años que lleva tiempo padeciendo esta condición? ¿Cuál sería el adecuado tratamiento?
Consejos para tratar una fobia infantil
Si notas que tu hijo presenta síntomas de fobia, es importante que tomes medidas inmediatamente para brindarle la ayuda que necesita. En primer lugar, es fundamental que lo escuches y le des la oportunidad de expresar sus miedos y preocupaciones.
Luego, puedes consultar con un especialista en salud mental para que evalúe la situación y recomiende un tratamiento adecuado para el niño. También puedes buscar información y recursos en línea para aprender sobre la fobia en específico y cómo manejarla.
Terapia conductual para tratar la fobia en niños
Una posible opción de tratamiento es la terapia conductual, en la cual se trabaja en conjunto con el niño para identificar y modificar los patrones de pensamiento y comportamiento relacionados con la fobia. Esto puede incluir técnicas de relajación, exposición gradual al miedo y reemplazo de pensamientos negativos con otros más positivos y realistas.
Apoyo y paciencia para superar la fobia
Es importante recordar que el proceso para superar una fobia puede ser tardado y requiere de paciencia y constancia por parte del niño y su familia. Por eso, es necesario brindarle un ambiente seguro y de apoyo, así como reconocer y celebrar sus pequeños logros en el camino hacia la recuperación. ¡Con amor y dedicación, tu hijo podrá superar su fobia y vivir una vida más plena y feliz!