historia geografia sin sexo oral en la edad media

Historia Geografia Sin Sexo Oral En La Edad Media

Durante la época de las Cruzadas, la moral sexual dictaba que solo se permitía la relación íntima entre parejas casadas con el objetivo de procrear, y bajo la aprobación de la Iglesia. Sin embargo, en la práctica, el deseo sexual continuaba fluyendo a pesar de las advertencias y consecuencias.

La feminidad una culpa animal

En la Baja Edad Media, la Iglesia se preocupaba mucho por los pecados sexuales de sus fieles. Sin embargo, con el tiempo, los sacerdotes empezaron a usar un lenguaje más abstracto al referirse a estos temas, para evitar sugerir ideas inapropiadas.

Además, la visión medieval sobre el sexo era muy diferente a la actual, especialmente en lo que respecta a las mujeres. En aquella época, se desconocían por completo las partes íntimas femeninas, como el clítoris, que no se descubrió hasta el siglo XVI. También se creía que las mujeres tenían impulsos sexuales incontrolables, a diferencia de los hombres, que eran vistos como seres racionales capaces de dominar sus deseos.

A pesar de estas creencias, el ideal más alto al que se podía aspirar en la sociedad medieval era el de la castidad, tanto para hombres como para mujeres. La sexualidad era tolerada siempre y cuando se ajustara a las normas establecidas, pero no se comparaba en absoluto a una vida de abstinencia. Por este motivo, se ejercía una gran presión para que las personas abandonaran la vida secular y se unieran a conventos y monasterios, y también para que las relaciones matrimoniales fueran castas. Esta presión recaía especialmente en las mujeres, como resultado de su supuesta inferioridad y su descendencia de Eva.

Amor en contra de todo pronóstico

En la Edad Media, la observancia de la prohibición de mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio era diversa, pero sin duda, se excedía en gran medida de lo establecido por la Iglesia. Específicamente, en las clases más bajas y en las zonas rurales, era común la convivencia sin vínculo matrimonial. Esto impactaba de manera desproporcionada en las mujeres, como lo señalaba el fraile Vicente Ferrer al afirmar que a los quince años, todos los hombres habían transgredido la norma.

La censura del sexo ilícito también presentaba diferencias dependiendo de la ubicación y las tradiciones. Además, es esencial hacer una distinción: mientras la fornicación –las relaciones sexuales entre personas no casadas pero sin vínculo matrimonial– era más tolerada, especialmente entre los jóvenes, el adulterio era reprimido con rigurosidad. Esto se debía a que el adulterio mancillaba la reputación del esposo, por lo que las consecuencias legales y sociales caían sobre la mujer, con posibles castigos atroces: desde la expulsión del hogar y la pérdida de la dote...

La crónica del devastador diluvio en la Ciudad de México

La última gran inundación de la Ciudad de México sucedió en el año 1951.

El agua se esparció por toda la ciudad, causando estragos en calles, hogares y comercios del centro de la capital.

La situación se prolongó durante tres meses, obligando a los habitantes a improvisar puentes y pasillos para continuar con sus actividades diarias.

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El matrimonio institución clave

En la antigüedad, había una serie de restricciones con respecto al sexo, como por ejemplo que solo se podía llevar a cabo dentro del matrimonio. Esta costumbre tenía una gran importancia económica, ya que se utilizaba como mecanismo para controlar la transmisión de la propiedad, la cual era heredada por los hijos. Sin embargo, en la Baja Edad Media, la definición del matrimonio era bastante vaga y no siempre era claro si dos personas estaban casadas o no. Esto daba lugar a conflictos familiares y situaciones inciertas.

Fue en el siglo XII cuando el monje Graciano estableció dos condiciones esenciales para que un matrimonio fuera válido: el consentimiento de ambas partes y la consumación. La consumación era vista como un requisito para cumplir con el propósito reproductivo del matrimonio, y no para la satisfacción sexual. En cuanto al consentimiento, no se trataba realmente de que cada persona pudiera elegir a su cónyuge libremente, sino de permitir que aquellos que lo deseen puedan optar por la vía de la castidad.

Más tarde, en el IV Concilio de Letrán, celebrado en 1215, se estableció la obligación de realizar anuncios públicos de matrimonio antes de la ceremonia, para dar la oportunidad a cualquier persona que se sintiera perjudicada de objetar. Además, se redujo la prohibición de casarse con parientes a hasta el cuarto grado de consanguinidad. Anteriormente, en el siglo IX, se había establecido la prohibición de contraer matrimonio con personas hasta el séptimo grado de parentesco, lo que suponía un gran desafío en una sociedad en la que la mayoría de la gente nunca se alejaba de su lugar de nacimiento.

Casi todo estaba prohibido

El control y clasificación de las prácticas sexuales en la sociedad

En el pasado, se solía categorizar y calificar las diferentes prácticas sexuales en base a su moralidad y se establecía un ranking de aceptación. En general, existía un consenso en que solo la postura del misionero era la forma "aceptable" de relaciones matrimoniales, ya que se consideraba adecuada para la reproducción. Todo lo demás estaba prohibido, aunque con diferentes niveles de censura. Por ejemplo, la copulación de pie era desaprobada pero no se veía como grave como el coito a tergo, en el que el hombre adopta una posición detrás de la mujer y que se consideraba la práctica más pecaminosa con la excepción de...

Los riesgos de explorar una variedad de sexualidad, sin embargo, no eran solo de naturaleza moral, como afirmaron los expertos de la época. En la Edad Media, un tratado famoso llamado De secretis mulierum atribuía a las posturas consideradas "antinaturales" la capacidad de causar deformidades en los hijos. Pero en el Decamerón de Boccaccio en el siglo XIV, encontramos una divertida parodia de la idea de que las posturas sexuales pueden ser corruptoras. En una broma, el crédulo y sencillo Calandrino es convencido por sus amigos de que ha quedado embarazado...

Solo en días señalados

En un mundo en el que los placeres físicos eran prohibidos, se consideraba una grave falta el coito anal y el sexo oral. El papa Inocencio IV incluso estableció que una mujer podía pedir la anulación de su matrimonio si su esposo intentaba convencerla de realizar estas prácticas. Más allá del placer, el verdadero problema residía en el desperdicio de semen, una de las principales obsesiones de la época. En consecuencia, era común que la regulación de la iglesia se enfocara en evitar ese desperdicio.

Aunque pueda parecer ridículo, este asunto era de gran importancia, como lo demuestra el hecho de que buena parte de las normas eclesiásticas estuvieran orientadas a prevenirlo. Por esta razón, la masturbación masculina era severamente reprimida, mientras que la femenina no era considerada un tema relevante para las autoridades. Incluso la práctica de la "fornicación interfemoral", que consistía en la colocación del pene entre las piernas de la pareja, era víctima de la ansiedad por el correcto uso del semen.

La Iglesia ejercía un estricto control sobre la vida sexual de sus fieles, como lo demuestran los denominados "penitenciales" de la Alta Edad Media. Estos manuales, surgidos en Irlanda en el siglo VI, eran utilizados por el clero para guiar acerca de las penitencias que debían imponer a los pecadores. Aunque su objetivo era moralizador y punitivo, estos libros se acercan bastante a la literatura pornográfica. De hecho, Teodoro de Tarso, arzobispo de Canterbury nombrado directamente por el papa, decretó en el siglo...

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